Chicos de la calle

Es de noche y la marginalidad gano la apuesta. Niños descalzos corren sobre el fragil cemento de la ciudad en busca de un refugio que sirva de albergue. El viento sopla cruelmente llevandose los ultimos retratos del dia, para ellos no hubo cena y el postre toma el metro. Cartones apilados en un carrito de supermercado, agua agrisada en una botella recortada a tijeretazos, cabelleras duras como un roble, estomagos vacios de alimentos...y de esperenzas. La indiferencia gano y con ella, la discriminacion. Saco y corbata en ese empresario presumido que sube a un taxi con gafas oscuras y reloj deportivo. A escasos metros, la clonacion del chavo del ocho en un niño de diez años. Su barril lo abandono, un colchon mas fino que una feta de jamon lo espera abatido en un ferrocarril abandonado. Para ellos no existe la noche, tampoco el dia. Para ellos el tiempo es una ensalada sin ingredientes, envueltas en la incertidumbre del azar. Ya es de madrugada, los deseos del anochecer estan devaluados y la droga aparece como unica oferta tentativa. El mas afortunado podra dormir, el resto deambulara la ciudad en busca de un destino incierto, seran espectadores de una calidad de vida ajena, de un sistema que no tiene vacantes. La noche se va, el dia tambien, da igual. El ultimo que apague la luz.